Varios
autores han aportado con definiciones de innovación educativa. Entre ellos está
Jaume Carbonell (CAÑAL DE LEÓN, 2002: 11-12), quien entiende la innovación
educativa como:
“(un)
conjunto de ideas, procesos y estrategias, más o menos sistematizados, mediante
los cuales se trata de introducir y provocar cambios en las prácticas
educativas vigentes. La innovación no es una actividad puntual sino un proceso,
un largo viaje o trayecto que se detiene a contemplar la vida en las aulas, la
organización de los centros, la dinámica de la comunidad educativa y la cultura
profesional del profesorado. Su propósito es alterar la realidad vigente,
modificando concepciones y actitudes, alterando métodos e intervenciones y
mejorando o transformando, según los casos, los procesos de enseñanza y
aprendizaje. La innovación, por tanto, va asociada al cambio y tiene un
componente – explícito u oculto- ideológico, cognitivo, ético y afectivo.
Porque la innovación apela a la subjetividad del sujeto y al desarrollo de su
individualidad, así como a las relaciones teoríapráctica inherentes al acto
educativo.”
Por
su parte, Francisco Imbernón (1996: 64) afirma que:
“la
innovación educativa es la actitud y el proceso de indagación de nuevas ideas,
propuestas y aportaciones, efectuadas de manera colectiva, para la solución de
situaciones problemáticas de la práctica, lo que comportará un cambio en los
contextos y en la práctica institucional de la educación”.
De
otro lado, Juan Escudero (PASCUAL, 1988: 86) señala que:
“Innovación
educativa significa una batalla a la realidad tal cual es, a lo mecánico,
rutinario y usual, a la fuerza de los hechos y al peso de la inercia. Supone,
pues, una apuesta por lo colectivamente construido como deseable, por la
imaginación creadora, por la transformación de lo existente. Reclama, en suma,
la apertura de una rendija utópica en el seno de un sistema que, como el
educativo, disfruta de un exceso de tradición, perpetuación y conservación del
pasado. (…) innovación equivale, ha de equivaler, a un determinado clima en
todo el sistema educativo que, desde la Administración a los profesores y
alumnos, propicie la disposición a indagar, descubrir, reflexionar, criticar…
cambiar.”
Escudero
concluye afirmando que hablar de innovación educativa significa referirse a
proyectos socioeducativos de transformación de nuestras ideas y prácticas
educativas en una dirección social e ideológicamente legitimada, y que esa
transformación merece ser analizada a la luz de criterios de eficacia,
funcionalidad, calidad y justicia y libertad social.

Varios
autores han aportado con definiciones de innovación educativa. Entre ellos está
Jaume Carbonell (CAÑAL DE LEÓN, 2002: 11-12), quien entiende la innovación
educativa como:
“(un)
conjunto de ideas, procesos y estrategias, más o menos sistematizados, mediante
los cuales se trata de introducir y provocar cambios en las prácticas
educativas vigentes. La innovación no es una actividad puntual sino un proceso,
un largo viaje o trayecto que se detiene a contemplar la vida en las aulas, la
organización de los centros, la dinámica de la comunidad educativa y la cultura
profesional del profesorado. Su propósito es alterar la realidad vigente,
modificando concepciones y actitudes, alterando métodos e intervenciones y
mejorando o transformando, según los casos, los procesos de enseñanza y
aprendizaje. La innovación, por tanto, va asociada al cambio y tiene un
componente – explícito u oculto- ideológico, cognitivo, ético y afectivo.
Porque la innovación apela a la subjetividad del sujeto y al desarrollo de su
individualidad, así como a las relaciones teoríapráctica inherentes al acto
educativo.”
Por
su parte, Francisco Imbernón (1996: 64) afirma que:
“la
innovación educativa es la actitud y el proceso de indagación de nuevas ideas,
propuestas y aportaciones, efectuadas de manera colectiva, para la solución de
situaciones problemáticas de la práctica, lo que comportará un cambio en los
contextos y en la práctica institucional de la educación”.
De
otro lado, Juan Escudero (PASCUAL, 1988: 86) señala que:
“Innovación
educativa significa una batalla a la realidad tal cual es, a lo mecánico,
rutinario y usual, a la fuerza de los hechos y al peso de la inercia. Supone,
pues, una apuesta por lo colectivamente construido como deseable, por la
imaginación creadora, por la transformación de lo existente. Reclama, en suma,
la apertura de una rendija utópica en el seno de un sistema que, como el
educativo, disfruta de un exceso de tradición, perpetuación y conservación del
pasado. (…) innovación equivale, ha de equivaler, a un determinado clima en
todo el sistema educativo que, desde la Administración a los profesores y
alumnos, propicie la disposición a indagar, descubrir, reflexionar, criticar…
cambiar.”
Escudero
concluye afirmando que hablar de innovación educativa significa referirse a
proyectos socioeducativos de transformación de nuestras ideas y prácticas
educativas en una dirección social e ideológicamente legitimada, y que esa
transformación merece ser analizada a la luz de criterios de eficacia,
funcionalidad, calidad y justicia y libertad social.